El pasado noviembre nos dejó el doctor Jesús Galilea Muñoz a los 96 años. Estudió medicina en el Hospital Clínic de Barcelona, donde fue interno de su admirado profesor Farreras, y empezó a perfilar su idea de médico: entendía la medicina desde un punto de vista humanístico, poniendo la mirada en la persona y no sólo en la enfermedad. En el propio Hospital desarrolló otra pasión, el deporte. Esta pasión le llevó a formar el núcleo inicial de la medicina del deporte en Cataluña. Formó parte de los Servicios Médicos Españoles en los Juegos Olímpicos de Munich de 1972, y fue miembro de la Comisión Médica de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Fue imprescindible para la inauguración del Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallès. Pero quizá cuyo legado estaba más orgulloso fue el primer director del INEF de Cataluña. Más allá de los reconocimientos que recibió, destacaríamos su gran personalidad, de pensamiento libre, un alto espíritu crítico que le convertía en una persona muy dinámica, imaginativa, siempre con ganas de innovar. Tuvo la oportunidad de conocer tres bisnietos, y compartió la noticia de la próxima llegada de la cuarta bisnieta. Tuvo una vida larga, llena y satisfaciente, como decía en los últimos tiempos.